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Yo me sano...

Imagina el carro/vehículo/avión o la máquina de ingeniería mejor creada, el que mas te guste o identifiques. Cualquiera que sea esta obra de ingeniería, ¿que crees que pasaría si no se le hiciera su mantenimiento? ¿qué pasaría si con el correr de los años, a esta maquina no se le da el cuidado que debe recibir? Las respuestas a veces son muy obvias y aunque sea muy obvio, así pasa con nuestro cuerpo. Muchas veces damos por hecho que todo debe de funcionar, sin preguntarnos si lo que hacemos es lo mejor para él, sin reflexionar si los hábitos y nuestra actividad diaria lo mantiene bien o si lo que hacemos lo perjudica.


El cuerpo tiene la capacidad innata de sanar, es una máquina perfecta que tiene muchas capacidades aún no descubiertas y que con la evolución y la unión entre la ciencia y la espiritualidad algún día conoceremos. Mientras ese momento llega, es importante conocer algunos puntos básicos para su cuidado desde el punto de vista espiritual.


La enfermedad es la culminación de un proceso degenerativo y/o de estrés al cual se ha sometido al cuerpo y puede ser por: factores alimenticios, ambientales , mentales y emocionales. La enfermedad en la gran mayoría de los casos no sucede al azar, ni por casualidad, sucede por causalidad de lo mencionado anteriormente. En estos tiempo pensamos que todo el medio ambiente nos puede hacer daño, usamos protectores de piel, ropa especial, buscamos comer más sano y otra serie de actividades para cuidarnos pero aunque mucho de esto es cierto, el “enemigo” está en casa. Todo lo anterior por supuesto que puede afectar, pero en los pensamientos y en la desconexión con la divinidad está el mayor de los factores.


Nuestro cuerpo es perfecto, es noble y está hecho con amor de nuestra fuente creadora pero puede ser frágil si no lo cuidamos, no debemos dar por hecho que aguantará cualquier situación al que sea sometido. Uno de los mayores factores al cual nuestro cuerpo es puesto a prueba son las emociones y pensamientos negativos, mal enfocados y más si estos se dirigen a la persona en sí misma. La ira, la furia, el odio, la envidia, el enojo, la tristeza, la depresión son emociones que afectan en gran medida a nuestro cuerpo, al ser generadas hacen eco en primer lugar en nuestro cuerpo. Así como existen ondas de radio, internet y televisión que viajan sin que tu las veas, así pasa con tus pensamientos, éstos se generan y viajan solo que el primer receptor de esa energía es tu mismo cuerpo y después los que te rodean…


Si sumas tus pensamientos y emociones negativas, estás haciendo la mezcla perfecta de negatividad que tarde o temprano se manifestará en situaciones negativas en tu vida y en tu cuerpo. Bajo estas circunstancias, el menor de los desequilibrios ambientales provoca la aparición de cualquier tipo de enfermedad.


Los pensamientos anteriormente mencionados son destructivos, de baja vibración y toda ese energía es depositada en tu cuerpo, en tus tejidos, en tus células y con el tiempo van erosionando y distorsionando la vibración de amor de tus células. Este efecto multiplicado por días y años suele tener un efecto devastador en el cuerpo. Con el tiempo suelen surgir desde simples malestares o enfermedades temporales hasta las grandes enfermedades consideradas incurables o terminales.


Otro factor que afecta a nuestro cuerpo también puede deberse a lo que se conoce como “karmas”, que no es un castigo si no una reacción a lo que hemos sembrado en el camino de esta y otras vidas. Sin embargo, mas que verlo como algo negativo, por medio de este proceso es como una persona pone en equilibrio todos los actos de desamor cometidos consciente o inconscientemente.


Sin embargo, así como hubo un proceso negativo, también puede recuperarse gran parte de este proceso y volver a la salud. El proceso es exactamente lo contrario, generar pensamientos positivos y de amor a nuestro cuerpo “Yo me amo”, “Yo me agradezco”, el perdón hacia quienes hemos lastimado, etc. El proceso en ocasiones lleva un tiempo, no sucede por arte de magia y aunque puede haber milagros y curaciones espontáneas, la gran mayoría de las ocasiones deberá llevar un tiempo antes de que ésta se manifieste. Además de buscar la ayuda divina, rezar y reflexionar, lo más importante es reconectarte con tu divinidad propia y entender que la enfermedad es una suma de desequilibrios internos en la gran mayoría de los casos.


Además de trabajar en la parte espiritual, existen otros métodos para ayudar a la curación como la medicina alternativa, ésta funciona con tres factores: la intención del sanador, el amor propio del paciente y la sustancia/método que es la chispa que inicia la reacción de sanación. A mayor conexión y espiritualidad de la persona, mayor será la posibilidad de éxito de la curación y a menor conexión, menor será la posibilidad de curación inclusive con la misma medicina tradicional. La medicina holística del futuro estará basada en la ayuda de campos electromagnéticos que estarán basados en pensamientos y sentimientos de amor para el paciente. Aún falta dar saltos importantes en esto y una vez que la ciencia lo acepte, nuestra forma de sanar cambiará y así es...


Foto: Flickr Brandon Oh

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