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Y finalmente lo entendí…

El camino para crecer espiritualmente en muchas ocasiones parece algo imposible de alcanzar, es como pensar en escalar el monte Everest sin la ayuda de nada ni nadie, ni equipo, ni gente preparada que ayude en el ascenso. 

 

Durante muchos años transité en este camino, leyendo, meditando, observado, reflexionando, poniendo lo mejor de mí y luchando por aquietar mis demonios internos. En muchas ocasiones  sentí que no llevaba ningún rumbo y que perdía el camino. Era como tratar de aquietar la mente, tratar de ser una buena persona, controlar los pensamientos, ser un buen ser humano, un profesionista responsable, un buen padre, un buen compañero, un buen hijo, un buen hermano…todo al mismo tiempo…y cuando llegaba algún evento desfavorable o la presión del trabajo y del dinero…pum…todo se iba al bote de la basura…este ciclo se repetía sin cesar una y otra vez. 

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Entonces pensaba que me hacía falta leer, meditar e intentar alcanzar la iluminación por medio de más y más conocimiento. Habré leído cerca de 100 libros de desarrollo personal, espiritualidad, consciencia, vidas pasadas, vidas futuras, metafísica, etc etc. Pero todo era un ciclo interminable de empezar y volver a empezar. Así que por momentos me sentía desorientado hacía donde debía enfocar el esfuerzo y el aprendizaje. Pensé que ayudando a otros sería el camino y terminé vacío, sin fuerzas y frustrado sintiendo que no se valoraba mi esfuerzo por dar lo mejor a otros.

 

 

Aprendí a meditar hace más de 20 años, después aprendí a hacerme mis propias regresiones para ver mis vidas pasadas, después aprendí a canalizar y mientras más aprendía, comprendí aquella frase que dice: “Entre más sé, me doy cuenta de lo poco que sé…”. Sin embargo, entre más aprendía, más desorientado me sentía, sentía que mi vida terrenal perdía el sentido y que había una mayor verdad distinta a lo que mis ojos veían. Amigos nuevos llegaron, viejos amigos se fueron, comprendí que la vibración nos hace atraer a personas similares y alejar aquellas con quienes ya no vibramos.

 

Durante muchos años, este camino fue muy solitario pues casi nadie comprende la transformación interna que va sucediendo en nuestro ser, a veces ni nosotros mismos. Los que han vivido un despertar espiritual lo saben y lo reconocen como una parte de esta evolución. Entonces en algún punto de esta transformación comenzaron a suceder muchos fenómenos y situaciones que salían de mi razonamiento. Objetos que se movían, luces que se apagaban o prendían, ruidos extraños, fenómenos más allá del mundo físico que en algún momento me asustaban pero que aprendí a convivir con ellos. Si al leer esto piensas que se me zafó un tornillo, si yo también lo he pensado muchas veces.😳😬😂

 

Soy Ingeniero Industrial por la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México y posteriormente tuve el gusto de estudiar una maestría en mercadotecnia en la Universidad de Barcelona. Mis trabajos me llevaron a conocer muchas personas, muchos países y hoy lo entiendo, era como un plan de estudios de preparación para entender mejor la vida. Como muchos seres humanos, durante años me he cuestionado porqué estamos mal como humanidad. ¿Es el sistema económico? ¿Es el sistema político? ¿Son los intereses de grupos que nos han llevado al precipicio?

 

Finalmente lo entendí…es el ego humano, esa parte que nos hace pensar en nosotros mismos por encima de los demás. Es el ego que nos mantiene esclavizados a deseos, sentimientos y necesidades en ocasiones superfluas y sin sentido. El ego hace olvidar nuestra esencia divina y si nosotros no estamos bien, menos lo vamos a estar con los demás. Entonces se convierte en un círculo vicioso de la humanidad. Entendí que somos nosotros mismos quienes debemos transformarnos para comenzar a transformar el mundo. El gran “error” es esperar que los cambios sucedan en el exterior para que después nosotros cambiemos. El cambio externo lo generamos nosotros, transformando primero nuestro interior.

 

El gran cambio no está en cambiar nuestro pensamiento, está en cambiar nuestro sentir. Estamos en la escuela de la dualidad, existen por decirlo de alguna manera los polos opuestos en nuestras vidas. Es una elección de dónde queremos estar, si haciendo acciones de mayor divinidad o de menor divinidad. Las etiquetas de “malo o bueno”, son etiquetas, porque al final lo que vivimos son experiencias que nos hacen crecer, aprender y evolucionar, no son “buenas o malas decisiones”. 

 

Conforme aprendemos a identificar nuestro sentir en sentimientos que nos expanden o nos contraen, aprendemos que estamos en una delicada balanza, sentimos para crecer o sentimos para decrecer, sentimos para expandirnos o sentimos para contraernos. Nuestros sentimientos son la llave maestra para crecer espiritualmente. Todos los días tomamos decisiones conscientes e inconscientes para estimular nuestro sentir, expandir o contraer. Cuando finalmente tomas consciencia de esto, empezarás a trabajar conscientemente tu camino. Los pensamientos moldean nuestra realidad pero surgen de los sentimientos, los pensamientos son el resultado de lo que sientes. 

 

¿Y qué crees? Te tengo 3 noticias: la buena, la mala y la peor…la buena es que para crecer depende de ti únicamente, la mala es que depende de ti trabajar para crecer y la peor es que depende de ti y solamente de ti crecer espiritualmente. Todo aquello que te gusta y que no te gusta en tu vida, son un reflejo tuyo, de lo que hay dentro de ti, de las decisiones que has tomando en esta vida y las vidas pasadas. Las personas que te rodean son un espejo de lo que hay dentro de ti. Confrontarte a ti mismo puede ser lo más difícil en ocasiones, descubrir esa oscuridad en nosotros. 

 

No somos víctimas de de las circunstancias o vivimos bajo los designios del Creador. Todo lo que vives y experimentas hoy en día, fueron decisiones tuyas que te han traído hasta este momento. Si empiezas por conocerte, entenderte y reflexionas sobre tus impulsos y motivaciones, estarás en el camino del autoconocimiento y por ende del crecimiento. El camino de la vida y de la evolución espiritual está basado en tus propias decisiones. ¿Quieres tomar mejores decisiones? Escucha a tu propio corazón, tu sentir es la brújula que ilumina tu camino y así es… 

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